jueves, 1 de octubre de 2009

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“Se llenó de amargura mi alma, y en mi corazón sentía punzadas. Tan torpe era yo, que no entendía; era como una bestia delante de ti.”



Hay cosas que no tienen explicación. Un día visité en el hospital a una joven que había intentado suicidarse. El novio la había dejado faltando solo tres semanas para el casamiento.

"¿Por qué Dios permitió que me pasara eso a mí?", me preguntó llena de amargura. A veces me gustaría tener todas las respuestas. Las personas se sienten asfixiadas por aquel dolor: ¿Por qué hay padres que perdieron a su hijo, gente que fue víctima de una tragedia? ¿Por qué hay personas sinceras que no logran entender tantos "porqués" de la vida?

El salmo de hoy describe la amargura que sintió un hombre al preguntarse tantas cosas y recibir como respuesta apenas el silencio de Dios. Este hombre se llamaba Asaf. Hay cosas que él no entendía. ¿Por qué los justos sufren y los impíos prosperan? ¿Qué clase de Dios es ese que parece incapaz de atender el clamor de sus hijos?

Para poder comprender algunas cosas tú necesitas retirarte, meditar, observar y permitir que Dios te hable al corazón. Fue lo que le pasó al salmista. El Salmo 73 es el fruto del tiempo que Asaf tomó para meditar.

La reflexión de Asaf no fue aquella reflexión introspectiva o filosófica, a través de la cual tú pretendes llegar a respuestas dentro o alrededor de ti, analizando las circunstancias que envuelven los hechos. Asaf dice: "Cuando pensé para saber eso, fue duro trabajo para mí, hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos". *

El Santuario no era para Israel apenas un templo físico, era también la presencia de Dios. A solas con Jesús, en su compañerismo y en sus brazos, tú verás que hasta las cosas incomprensibles de esta vida, tienen sentido.

Cuando finalmente Asaf entendió que las conquistas y victorias de los impíos no significan necesariamente una victoria, que el sufrimiento de los justos no es una derrota, tuvo vergüenza y dijo: "Se llenó de amargura mi alma, y en mi corazón sentía punzadas. Tan torpe era yo, que no entendía; era Como una bestia delante de ti".
Sal. 73:16, 17.

sábado, 8 de agosto de 2009

“Una vez habló Dios; dos veces he oído esto; que de Dios es el poder.”


El pastor Bruce Larson relata la historia de un aficionado que le gustaba observar a las águilas. Un día estaba sentado sobre una roca, observando un águila que volaba en todo su esplendor. De repente, gracias a su penetrante y aguda visión, la reina de las aves se lanzó veloz entre e! matorral y cuando salió, llevaba una presa entre sus garras. Acababa de garantizar la comida del día.

Pero este aficionado continuó observando. Primero con fascinación y después con aprehensión, porque el águila comenzó a volar con dificultad, casi sin rumbo, sujetando todavía a su presa. Después de un tiempo, comenzó a descender y a descender, hasta que cayó abruptamente.

Curioso, se acercó al lugar donde el águila se estrelló contra e! suelo. Cuando vio la tragedia, descubrió que la poderosa ave había cazado un hurón, que es uno de los más formidables roedores de las montañas; y mientras llevaba a su víctima, ésta le había roído la barriga al punto de sacarle los intestinos.

Cuando tú piensas que estás dominando, ten cuidado. Cuando tú piensas que tienes poder, ten precaución. Tu "victoria" puede ser tu peor derrota. Tu "conquista" puede transformarse en tu mayor tragedia.

Este es e! mensaje del salmista para hoy. "Una vez habló Dios". No necesita hablar más, su palabra es eterna. Cambia e! rumbo de las cosas, transforma y restaura. Nosotros hablamos muchas veces y no decimos nada. Dios habló y el mundo llegó a la existencia. "Él dijo y fue hecho, mandó y existió". *

El versículo de hoy dice que el poder es de él y solamente a él pertenece. A veces lo presta, por amor, lo confía a la pobre criatura, y ésta queda fascinada y comienza a pensar que es dios.

¡Cuidado! El poder que te fue confiado circunstancialmente es un don que tú necesitas administrar con sabiduría. Si no lo haces así, ese poder puede transformarse en un arma que segará tu propia vida. Cuando piensas que estás cazando, puede ser cazado; cuando piensas que estás venciendo, puedes estar perdiendo.

"Una vez habló Dios; dos veces he oído esto". Si Dios no necesita hablar más que una vez, ¿por qué el hombre precisa oír dos veces? El salmista sugiere aquí la importancia de la meditación, cuando tu alma escucha el eco de la voz de Dios una y otra vez, hasta que el consejo divino llega a ser parte de tu propio ser.

Fija hoy tus ojos en el Dios del poder. Cuando todo falla en esta vida, Dios todavía está allí, listo para socorrerte, pero recuerda: "Una vez habló Dios; dos veces he oído esto; que Dios es poder".

* Sal. 33:9.

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Prov. 11:4 dice: “No aprovecharán las riquezas en el día de la ira; mas la justicia librará de muerte.”

La expresión "el día de la ira" se menciona muchas veces en la Biblia. Se refiere al día final de la historia de este mundo. Al arreglo de cuentas del cual ningún ser humano podrá escapar. El universo tuvo un comienzo, es lógico que tendrá un fin.

Cierto día conversé con un grupo de adolescentes, que usaban las hojas de una Biblia para hacer cigarrillos de marihuana. El líder del grupo me dijo con soberbia: "La vida es mía y hago lo que quiero con mi vida". Era verdad. Podía hacer lo que deseara con la vida, pero eso de que la vida fuera de él, era mentira.

La vida es un don confiado por Dios al ser humano. Junto con el don de la vida, Dios le confió también el don de la libertad. Somos libres para hacer elecciones y tomar decisiones, pero, tan ciertamente como estamos vivos hoy, tendremos que rendir cuentas de la manera como administramos la vida.

En el proverbio de hoy, el sabio Salomón advierte que en el día final habrá cosas que hoy valen, y que en aquel momento no servirán para nada. El dinero es una de ellas. Cuando Jesús estaba en esta tierra, preguntó: "¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?"*

Esta es la pregunta que debe determinar nuestras prioridades. El dinero es bueno y necesario. Nadie tiene que sentirse culpable por tener dinero, como resultado del trabajo honesto. Las riquezas también son un don que puede hacer maravillas en este mundo, cuando son administradas con sabiduría.

El problema está cuando hacemos del dinero el gran objetivo de la vida.

Cuando por causa del dinero el ser humano atropella los principios, olvida los valores espirituales y agrede su propia conciencia, allí es evidente que está en el camino equivocado. No es feliz en esta vida y se dirige peligrosamente a un final desastroso. Cuando el Señor llame a todos para el arreglo de cuentas final, será reprobado.

No tengas miedo de perder dinero por defender la justicia. Pídele a Dios sabiduría para establecer prioridades, en la familia, en el trabajo y en la vida en general. No mires solo lo que puedes palpar. Trata de ver más allá de las cosas materiales, porque: "No aprovecharán las riquezas en el día de la ira; mas la justicia librará de muerte".

* Mat. 16:26.

“Porque en vano se tenderá la red ante los ojos de toda ave.”

El proverbio de hoy nos enseña que hay muchas maneras de relacionar nos con las personas. Esta es una lección básica para hacer la vida más eficaz. Muchos sufren porque no aprendieron que un individuo no es igual al otro, y que la relación es más enriquecedora cuando las personas son aceptadas tal como son. El versículo de hoy dice que hay aves que pueden ser cazadas con una red. Pero que no todas las aves serán cazadas de la misma manera. Cada caso es un caso. Cada circunstancia es una circunstancia.

¿Tienes varios hijos? Entonces ya te has dado cuenta que cada uno es diferente, y que necesitas aproximarte a ellos de maneras diferentes. Erramos cuando uniformamos el tipo de educación. Encarar todos los problemas del mismo modo, tratar a todas las personas de la misma manera, no es sabio.

El mundo es un jardín variado y coloreado con personalidades y temperamentos diferentes. Tú ves eso en el hogar, en el trabajo, en el colegio, en la calle, en la iglesia. La firmeza funciona bien en unos, pero no es necesaria en otros. La advertencia es indispensable para unos, e innecesaria para otros. Salomón había aprendido que la red puede ser extendida para algunos tipos de aves, pero que no sirve para cazar todas. Esta multiforme manera de relacionarse con las personas, no significa transigir ni discutir los principios que son trascendentales y eternos.

Hoy vale la pena evaluar la manera como estoy tratando a las personas y encarando las circunstancias de la vida. ¿No sería mi vida más productiva y feliz si cambiara la manera de relacionarme con las personas, considerando la variedad de temperamentos, culturas y personalidades?

Nunca es tarde para cambiar, ni para comenzar todo de nuevo. Nunca es tarde para reconocer el error, ni para pedir perdón. Siempre hay tiempo para aprender a vivir de modo más simple, más humano, menos rígido y menos complicado.

Por eso, hoy, antes de comenzar a relacionarte con las personas, circunstancias y cosas, recuerda el viejo proverbio de Salomón: "Porque en vano se tenderá la red ante los ojos de toda ave".

“Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado; he confiado asimismo en Jehová sin titubear.”

Sabes lo que el joven rico y el hermano del hijo pródigo tienen en ¿común? La certeza de que sus obras eran suficientes para agradar al padre. Ambos dependían de sus acciones. Ambos representan a muchos hijos sinceros de Dios que luchan por vivir una vida irreprensible, como medio de salvación y no como fruto de la misma. El texto de hoy parece respaldar ese tipo de comportamiento, en la aparente soberbia de David al decir: "Porque yo en mi integridad he andado". David era un pobre pecador arrepentido, que se apoderó de la justicia divina al punto de decir: "mi integridad".

Al mirar este texto viene a mi mente la imagen de muchas personas que dicen: "Nunca voy a poder ser un buen cristiano. No puedo vencer mis hábitos ni mis vicios. Nunca voy a conseguir andar en integridad". Tal vez tú estás viviendo esa realidad. Luchas diariamente para vencer y sientes que no consigues avanzar. Fue lo que le oí decir a Iván mientras arreglaba mi reloj: "No me gusta ser así, lucho para vencer, pero no lo consigo".

La expresión "integridad" en hebreo quiere decir, literalmente, "corazón enteramente dedicado". El secreto no es vivir una vida correcta como medio o argumento para recibir lo que Dios prometió, aunque es claro que debemos vivir una vida correcta. La clave es el corazón enteramente dedicado a Dios y confiar en él sin vacilar. Es la confianza en Dios lo que hace que el débil sea fuerte, lo que levanta al caído, y lo que restaura al herido.

El texto de hoy es una súplica por justicia. David estaba siendo acusado de traición a Saúl, y éste trataba de matado. La única arma de David era la justicia de Dios, y esa es también la única arma para vencer el mal que destruye nuestro mundo interior. La justicia de Dios es amor, porque Dios es amor. La justicia de Dios levanta al ser humano y restaura en él la imagen perdida de Dios. La justicia de Dios hace por el hombre lo que él no puede hacer por sí mismo. No olvides eso, en las horas en que te asalta el temor de estar completamente perdido.

Al comenzar tus actividades hoy, no cargues más con el peso de la culpa. Deja de sentir la sensación de luchar y no conseguir victoria. Apodérate de la justicia de Dios. Clama: "Júzgame, oh Jehová, porque yo en integridad he andado; he confiado asimismo en Jehová sin titubear".

“El camino del perezoso es como seto de espinos; mas la vereda de los rectos, como una calzada.” Prov. 15:19.

A Julio no le gustaba trabajar. Cuando era pequeño, los padres le cumplieron todos los gustos y le satisficieron todos sus deseos. Hijo único, creció pensando que era el dueño del mundo, y que bastaba pedir para que todo se realizara de la manera como él quería.

Pero Julio creció. Se hizo adulto y los padres continuaron tratándolo como si fuese un niño dependiente. Hoy, los padres ya están muertos y Julio se encuentra solo. La herencia que los padres le dejaron no le duró mucho. Pronto vio que la vida no era una simple historia de hadas. En este mundo, no basta desear para que todo acontezca.

Julio vive hoy una vida llena de penurias y privaciones. Se casó dos veces y las esposas encontraron que era imposible vivir a su lado. Estuvo preso seis meses, debido a confusiones financieras de las cuales participó. Él cree que la vida es injusta con él, porque sus padres fallecieron en un trágico accidente.
Todo padre pasa al descanso, más temprano o más tarde. El problema de Julio no es el hecho de que los padres estén muertos. Su tragedia es que nunca aprendió a darle valor al trabajo.

El texto de hoy dice que la vida del perezoso "es como un seto de espinos". Es una vida de sufrimiento y dolor. No arranca, no avanza, está presa.

Me gusta cómo aparece este versículo en la versión La Biblia al día (paráfrasis): "El perezoso tiene dificultades toda su vida; la senda del bueno es fácil". La vida tiene sus complicaciones. Tú vas a encontrar dificultades en el camino. La felicidad no es la ausencia de problemas, pero la persona sabia es victoriosa a pesar de los obstáculos. El perezoso, no. Solo ve dificultades, no está dispuesto a luchar, no quiere pagar el precio.

Prepárate para la lucha de hoy. La vida es como el fútbol. Tú solo conviertes el gol si luchas. Sal de la rutina, enfrenta las dificultades. No tengas miedo de avanzar hacia lo desconocido. Nadie descubre nuevos océanos, a menos que pierda de vista el confort de la playa.

Busca a Dios. Pídele sabiduría y fuerzas. Tu lucha será infructuosa si Dios no está de tu lado y en el control de tus emprendimientos. ¡Ah, no te olvides!: "El camino del perezoso es como un seto de espinos; mas la vereda de los rectos, como una calzada".

domingo, 26 de julio de 2009

“Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados.”

Encomendar es confiar. La confianza es vital. Todos los días, en todos los lugares, por todos los motivos, confiamos en alguien. Desde que nos levantamos por la mañana, hasta la hora de acostamos por la noche, el ejercicio de la confianza es casi ininterrumpido. Abrimos el grifo del lavabo confiando en que habrá agua, tomamos el ómnibus confiando en que el chofer nos llevará al lugar indicado, tomamos el teléfono confiando en que habrá línea.

A veces nos frustramos, porque las personas fallan o las cosas no funcionan. Hasta las personas más queridas y cercanas nos pueden chasquear, queriendo o sin querer. Nosotros mismos nos sorprendemos a veces con nuestras propias actitudes. "No confío en mí", me decía el otro día un hombre angustiado.

El texto de hoy nos enseña a depositar la confianza en alguien que no falla. "Encomienda a Jehová tus obras", aconseja Salomón. A veces, observando la sabiduría humana, me pregunto si el hombre confía más en la tecnología, en la ciencia y en la razón, que en Dios. Cuando veo a la criatura jugando a ser Dios, queriendo definir lo que está bien y lo que está mal, me pregunto si el consejo de Salomón no está ya obsoleto. Pero, cuando oigo las historias de vidas destruidas debido a la obcecación y el espíritu de independencia humana, veo que el consejo bíblico es más actual que nunca.

En el texto de hoy se destaca otro pensamiento. El hecho de confiar en Dios no anula la iniciativa ni el esfuerzo humano. El texto habla de obras y designios. Esta es una referencia a los planes y acciones. Nada funciona sin planificación y acción. Pero, ambas, carecen de valor si no están depositadas en las manos de Dios. El verbo encomendar o confiar que aparece en el texto de hoy, en el original hebreo es gol, que significa desenrollar, como si tú desenrollas es un proyecto arquitectónico delante de alguien.

El mensaje es: abre el rollo de tus planes delante de Dios, consulta con él. Pídele su opinión. El éxito está siempre relacionado con la acción. Las personas que consultan sus planes con Dios siempre avanzan y, aunque pueden, limitadas por su humanidad, cometer errores, no desisten, confiando que el mismo Dios que los ayudó a planificar, los ayudará a llegar al fin del camino propuesto.

¿Qué tienes tú que depositar hoy en las manos de Dios? ¿Estás seguro de que lo que vas a hacer, o la decisión que vas a tomar, ya fue consultada con él? "Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados".